ESPAÑA

lunes, 9 de marzo de 2020



In ictu oculi 2017




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La escena (in ictu oculi) 2017
óleo/papel
56 x 38 cm






In illo tempore

“La modernidad es un aligeramiento de la individualidad.”
Paul Klee



Confiar en la intuición como ejercicio de lectura monologada es, en efecto, una forma de catarsis a la que se puede llegar mediante la pintura, y esto acrecienta su valor de apéndice cuando el ideario estético del artista tiene implícito una alta dosis de esoterismo.

En la exposición In ictu oculi, Javier Parrilla (Sevilla, 1975) establece equivalencias ulteriores a su proceso de trabajo cuyo sentido exterior no es más que un velo que debe ser inquirido por quienes tengan deseo de atravesarlo.

Desmembrando contenidos, resulta de interés comenzar con el título de la exposición que, compartido con la famosa pintura de jeroglífico de las postrimerías, nos abre un abanico de posibilidades interpretativas y nos invita a pensar acerca de cómo la apelación a las doctrinantes vanitas de la mano de un sensualista es, en consecuencia, una paradoja formal.

No hay decadencia, ni senescencia, ni memento mori, pero sí el sabor de recreo entre el hastío de los libros sapienciales y el positivismo epicúreo hacia las sociedades secretas de elevación humanista, ambos asuntos, históricamente asociados.

Lo mundano, hacia lo existencial es una cuestión de vanguardia en todos los momentos de luz y todos los contextos, y así, enfocar desde el imaginario del propio artista en sus aspectos personales, estéticos y metafísicos dan lugar a una materialización de una gnosis personal, un florecimiento del Yo como resultado de un ejercicio de dificultosa peregrinación por el propio subconsciente.

Conversando con Parrilla determinamos uno de los mayores cambios en su obra. Las cosas se han vuelto simétricas y el centro de las composiciones ha adquirido, de forma fortuita, un papel primordial. Esto se configura como una especie de altar cargado de simbología no premeditada que establece códigos comunicativos con sus afines.

Lo primitivo en la obra de este artista se refiere a lo atemporal y se traduce como una forma de comunicación cifrada aunque de interpretación libre, espiritualmente universal e independiente del contexto o el significado que se le otorgue.

La conexión entre los elementos representados en las obras actúa como fuerzas que establecen creencias. Figuras piramidales, triángulos, arquitecturas y espejos y el “picture in picture” configuran una iconografía personal que va vinculada al contexto, al pensamiento y la idiosincrasia, repleta de analogías. Ceremoniales místicos personales y fortuitos que culminan con la creencia en la visión privilegiada, lo que nos lleva a reflexionar sobre la otra cara de la moneda: el placer de pintar por pintar como intención primigenia de cada obra.

A juzgar por los lenguajes que convergen, esta exposición es casi un ejercicio de psicoanálisis, una cábala o purga de clausura o apertura de una etapa. Novalis definía el cuento como una especie de sueño o conjunto de cosas e incidentes maravillosos, de forma que, por definición idónea, inicio In illo tempore -Érase una vez- como pretexto para reunir las numerosas correspondencias probables que al adentrarse en la exposición adquieren pleno sentido.


Patricia Bueno del Río

Noviembre 2017









El muro rojo 2017
óleo/papel
100 x 70 cm







El espejo  2017
óleo/papel
100x 70 cm





El biombo  2017
óleo/papel
100x 70 cm






El arrepentimiento  2017
óleo/papel
100x 70 cm









Bandera y banderín 2017
óleo/papel
100 x 70 cm





Babel 2017
óleo/papel
100 x 70 cm








Tropical 2017
óleo/papel
100 x 70 cm






Templo-calvario 2017
óleo/papel
100 x 70 cm







El tímpano 2017
óleo/lino
88 x 115,5 cm






El ejercicio 2017
óleo/lino
146 x 114 cm







Reconstrucción  2017
rotulador/papel
35 x 25,5 cm






La excusa 2017
óleo/madera
34 x 24 cm









El muro y la noche 2017
óleo/lino y algodón
62 x 46 cm y 34,6 x 26,5 cm












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